Estamos viviendo un boom en cuanto al uso de la ecografía en el embarazo. La inmensa mayoría de los ginecólogos privados realizan una ecografía en cada consulta que tienen con la embarazada, esto significa un mínimo de 9 ecografías en el embarazo, que se realizan sin ninguna indicación clínica, es decir, no suponen ningún beneficio para el embarazo.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que se realicen entre 2 y 3 ecografías en los embarazos normales: la primera alrededor de la semana 12 para detectar alteraciones congénitas y determinar la edad gestacional, alrededor de la semana 20 se realiza otra para detectar posibles malformaciones, y una tercera opcional (no está demostrado que se obtengan beneficios de su práctica rutinaria) en la semana 32-35 para valorar el estado placentario, la posición fetal y el líquido amniótico.
¿Por qué entonces es una práctica habitual realizar ecografías mensuales en las consultas privadas?
Las futuras madres y padres nos quedamos más tranquilos si alguien constata que todo sigue bien, y es por eso que preferimos un ginecólogo que nos realice ecografía en cada consulta ante otro que no lo haga. Quizá esto cambiara si nos explicaran que la ecografía sin indicación clínica no supone ningún beneficio para el embarazo, además que puede llevar a ansiedades innecesarias.
Las ecografías se vienen utilizando desde hace tanto tiempo que asumimos que son inocuas para el bebé. Realmente el riesgo real de una exposición prolongada a los ultrasonidos no se ha estudiado de forma precisa, si bien es cierto que los ultrasonidos desprenden calor y vibraciones, y el sonido que se escucha dentro del útero es similar al de un tren entrando en la estación del metro (Samuel, 2001).
Por eso tú como mujer debes valorar, con toda la información, si realmente necesitas esa ecografía mensual o solamente te someterás a esa prueba cuando exista un beneficio médico real.
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